Una gran amiga, que es capaz de tenerme siempre en la mente.
"Pero un día se despiertan.
Como yo.
Miran a su alrededor, se
frotan los ojos. Ya no ven ese rostro...mejor dicho, siguen viéndolo,
pero más difuminado. Ven el campanario de una iglesia, un bosque, un
cuadro, un libro, las caras de otras personas, toman conciencia de la
magnitud del universo... Es una sensación extraña. Lo que ayer te
parecía insportable, te dolía tanto que te partía el corazón hoy ya no
te hace daño. Te sientas en un banco y estás tranquilo. Te pasan por la
cabeza cosas como "pollo relleno" o "los maestros cantores de
Nüremberg". O "hay que comprar una bombilla para la lámpara de la
mesita". Eso es la realidad, y todo lo que la compone es igual de
importante. Ayer todo eso resultaba improbable, volátil, incomprensible:
la realidad era totalmente distinta. Ayer ansiabas venganza, o quizá
redención, querías que llamara, que te necesitara desesperadamente o que
lo encerraran en la cárcel y lo ejecutaran.
¿Sabes? Mientras
sientas eso el otro se sentirá feliz y se mantendrá alejado. Aún tiene
poder sobre ti. Mientras clames venganza, el otro se frotará las manos
porque venganza es un deseo, una especie de yugo. Pero llega un día en
que despiertas, te frotas los ojos, bostezas y, de pronto, te das cuenta
de que ya no quieres nada. Ni siquiera te inmutas cuando lo ves por la
calle. Si llama por teléfono respondes, como debe ser. Si quiere verte, y
la cita es inevitable, bueno, adelante.
Y todo eso lo haces
con ánimo tranquilo y sincero, ¿sabes? Ya no queda nada del dolor, de la
convulsión, del delirio. ¿Qué ha pasado? No lo comprendes. ¿Ya no
anhelas venganza?...Y entonces te das cuenta de que esa es la verdadera
venganza, la única, la perfecta: ya no quieres saber nada de él, no le
deseas nada malo ni nada bueno, ya no puede hacerte sufrir."
Gracias
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