27 jun 2012

Pollo relleno

Una gran amiga, que es capaz de tenerme siempre en la mente.



"Pero un día se despiertan.
Como yo.
Miran a su alrededor, se frotan los ojos. Ya no ven ese rostro...mejor dicho, siguen viéndolo, pero más difuminado. Ven el campanario de una iglesia, un bosque, un cuadro, un libro, las caras de otras personas, toman conciencia de la magnitud del universo... Es una sensación extraña. Lo que ayer te parecía insportable, te dolía tanto que te partía el corazón hoy ya no te hace daño. Te sientas en un banco y estás tranquilo. Te pasan por la cabeza cosas como "pollo relleno" o "los maestros cantores de Nüremberg". O "hay que comprar una bombilla para la lámpara de la mesita". Eso es la realidad, y todo lo que la compone es igual de importante. Ayer todo eso resultaba improbable, volátil, incomprensible: la realidad era totalmente distinta. Ayer ansiabas venganza, o quizá redención, querías que llamara, que te necesitara desesperadamente o que lo encerraran en la cárcel y lo ejecutaran.

¿Sabes? Mientras sientas eso el otro se sentirá feliz y se mantendrá alejado. Aún tiene poder sobre ti. Mientras clames venganza, el otro se frotará las manos porque venganza es un deseo, una especie de yugo. Pero llega un día en que despiertas, te frotas los ojos, bostezas y, de pronto, te das cuenta de que ya no quieres nada. Ni siquiera te inmutas cuando lo ves por la calle. Si llama por teléfono respondes, como debe ser. Si quiere verte, y la cita es inevitable, bueno, adelante.

Y todo eso lo haces con ánimo tranquilo y sincero, ¿sabes? Ya no queda nada del dolor, de la convulsión, del delirio. ¿Qué ha pasado? No lo comprendes. ¿Ya no anhelas venganza?...Y entonces te das cuenta de que esa es la verdadera venganza, la única, la perfecta: ya no quieres saber nada de él, no le deseas nada malo ni nada bueno, ya no puede hacerte sufrir."

Gracias

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