Londres es una ciudad que me trae muchísimos recuerdos. Un momento muy complejo de mi vida, sensaciones que nunca antes había tenido. Momentos de preocupación, de diversión pero sobre todo de buenos consejos.
En su día, una persona muy especial se encargó de intentar enseñarme para evitarme sufrimiento. Supongo que siempre tropezamos con la misma piedra aunque sepamos lo que va a suceder. Auténticos ángeles de la guarda que se encargaron de cuidarme, de calmar mis nervios, de que comiese y descansase.
Una despedida prematura, cupcakes que me endulzaron un momento de nerviosismo. Abrazos y muestras de cariño infinitas. Éramos unas desconocidas que coincidimos cuando teníamos que coincidir, hemos conservado una amistad y un apoyo que está por encima de las distancias.
Qué después de un año, esas personas me pregunten por el vestido rojo es algo que sólo puede emocionarme. Historias que se recuerdan y se entrelazan.
Un placer coincidir en esta vida
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