Un ejemplo, más feliz, liberada, confiada, fuerte, sabia...muchas son las palabras que se me han atribuido en los últimos doce meses. Sin embargo, no soy más que una personita que ha descubierto lo que de verdad importa.
La gente de la que te rodeas son el auténtico secreto. Todos vivimos acelerados en vidas que algunos hemos elegido y otros no. Uno debe pararse y pensar en la huella que quiere dejar. No hablo de ser santos, simplemente darse cuenta de que no se puede mirar todo desde el lado negativo y crítico. Ni siquiera cuando no tienes aquello que es fundamental para ti.
No somos el centro de ningún universo, nadie depende de nosotros. Hay que aprender que todos somos prescindibles pero a la vez valiosos. El mundo está lleno de gente, el problema es que no se tiene afinidad con todos ellos. Considero algo increible lograr conectar con alguien, crear una relación de confianza y cercanía. Saber que hay gente que al menos está dispuesta a no abandonar, gente que agradece hasta el más mínimo detalle. Por eso, no importa que creas que no sientes nada, que estas colapsado.
Lo importante es saber que hay gente que te cuida, se preocupa, que no quieren que sufras, que quieren que te hagas valer, que no hay prisa por llegar a la meta. Las cosas llevan su tiempo, simplemente hay que saber esperar. Descubrir que la fuerza, el destino y las decisiones dependen exclusivamente de uno. Que la felicidad no es más que la forma en la que uno se toma las cosas. Y que no te tienes que dejar de celebrar cada victoria. Sientete orgulloso, cada día estás más cerca.
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